Tras muchos meses de lesión en el tendón de aquiles, por fin en diciembre consigo correr sin dolor.
Las ganas por volver a correr, a reencontrarme con amigos y sentir la competición me hacen anticiparme y competir antes de la cuenta lo que me hace resentirme un poco a los días. Sin entrenamientos específicos ni la musculatura adaptada participo en los 10 km de la I Carrera Tomás de Teresa en el Parque Tamarguillo. Casualmente en el último sitio que corrí en febrero antes de recaer en la lesión del tendón. Pero tenía tantas ganas que me cegué y no hice caso de los sabios consejos de mi entrenador.
La verdad es que iba sin ninguna expectativa ya que los rodajes que había hecho casi no habían pasado de la distancia a recorrer, pero cuando nos ponemos el dorsal y encima es el reencuentro con la competición después de una larga lesión, escuchar al cuerpo, lo escuchamos poco. Sin reloj para controlar el ritmo no había posibilidad de saber como iba. No quedaba otra que correr según las sensaciones, que muchas no había, pero no quedaba otra, ¡jaja!.
El recorrido eran dos vueltas de 5 km a un circuito casi llano pero con presencia del viento en la zona donde estaba el desnivel. Mi idea era salir de menos a más cosa que fue ¡imposible!. En cuanto se dio el pistoletazo salí a un ritmo vivo, demasiado alto para lo que mi musculatura estaba preparada pero en ese momento no fui consciente, finalicé la primera vuelta junto a mis amigos de Ispossible y después sobre el km siete empezó a pesarme el esfuerzo. Durante los últimos metros controlo mi posición y mientras pienso en los malos momentos que hemos pasado, lo que nos ha costado dejar atrás la lesión, ¡qué bien sabe la recompensa al esfuerzo!.
Llegué a meta en primera posición, qué contenta por poder competir de nuevo. Sin casi saborear la victoria corrí a buscar a mis niñas #nosotrasSÍ que se estrenaban en sus primeros diez km, a animarlas y acompañarlas en los últimos km que se hacen interminables.
Quiero dar las gracias a toda mi familia, a mi Club doc 2001, a la Clínica Ismec, al Centro Equilibium, a mi entrenador, a todos mis patrocinadores y a todas aquellas personas que durante estos meses me han animado a seguir luchando.
Cuando uno cree en uno mismo y tiene claro el camino que hay que seguir para conseguir el OBJETIVO que se ha marcado, no importa el tiempo que tarde, antes o después conseguirá lo que se proponga. ¡SI SE PUEDE!