Tras un duro trabajo de rehabilitación, por las mañanas en el Centro Andaluz de Medicina de Sevilla y por las tardes en centro Ismec con el Dr Emilio López-Vidriero, por fin pude subir al tan ansiado avión que me llevaba al desierto para disputar la Titan Desert.
La lesión a solo un mes de la prueba fue un golpe duro por la incertidumbre de no saber si sería capaz de llegar a tiempo, unido al compromiso que había adquirido con mi equipo Compex, me generaba tanto estrés que sin enterarme me provoco una pequeña calva, menos mal que mi pelo la ocultaba. ¿Pero sabéis que? lo vivido merece tanto la pena, que he vuelto con un plus de motivación e ilusión por el deporte. He compartido tantos momentos con gente maravillosa, que me alegro de haber sido osada, valiente y luchadora por querer conseguir ser finisher.
Cuando las arenas nos cortaban el ritmo y nos hacían bajarnos de la bicicleta, las piedras nos golpeaban en el dolorido trasero, las lumbares se quejaban de tantas horas con el camelback, el viento soplaba sin cesar, no había otra opción que pedalear y pedalear en ese momento me planteaba que hacía allí, por que no me había quedado en casa recuperándome como cualquier persona de una fractura de codo. Pero una vez cruzaba la linea de meta, el dolor de piernas se olvidaba mientras charlaba con los compañeros sobre los lances de la carrera, volvía a tener ganas de subirme a la bicicleta para hacer la siguiente etapa para conseguir ser una “titan” junto a mi compañero Martín.
Jamás había hecho una competición por etapas y tengo que decir que me ha encantado. Es verdad que pasas momentos de crisis, de agotamiento, pero esa lucha continua por seguir dando lo mejor de uno mismo sin escuchar las sensaciones de tu cuerpo dolorido te produce una sensación de victoria al cruzar la meta independientemente de la posición en la que entres.
A la salida el corazón se ponía a más de 180 ppm con solo escuchar el motor y las aspas del helicóptero, significaba que en breves minutos se iniciaba la nueva etapa.
Me impresionó el compañerismo y hermanamiento que había entre todos los corredores. Sin conocernos de nada, nos ayudábamos, nos sincerábamos y compartíamos desde un gel o barrita hasta jamón serrano, considerado como oro.
Por la noche dentro de las haimas estabas rodeados de corredores con los que compartías desde una charla hasta sus ronquidos. Las paredes de tela hacían que fuéramos un gran grupo de personas conviviendo sin vernos cara a cara.
Desde luego es la experiencia más increíble que he podido vivir, donde el maravilloso paisaje hacía que el sufrimiento pasara a un segundo plano.
La guinda al pastel fue la tercera posición en categoria duo mixto junto a mi compañero Martín Giacchetta.
Excelente primera toma de contacto de cara a la Sevilla-Marrakech en la que estaré a finales de septiembre, ¿quieres vivir una experiencia inolvidable?.
Quiero mandar un fuerte abrazo a todos los “titanes” y animar a todos los que se hayan quedado por el camino, siempre existe otra oportunidad.